"El hombre nace en la tierra en una cuna para aprender a caminar, a hablar, a pensar, a evolucionar; es enviado a la escuela de la vida.
Puede suceder que en el transcurso de esta vida el hombre- ya sea albañil o capataz, universitario o analfabeto- se sienta inútil, débil o vacío. Un destello de luz o un eco venido de lejos remueve su conciencia dormida. Toma conciencia de las fuerzas que, a su alrededor, le hacen tambalear y le penetran. Por no decir nada de la angustia o el miedo a la muerte. A menudo, un sentimiento irracional le conduce hacia lo invisible, lo sobrenatural, y se aferra a ello.
Se ha puesto en movimiento el frágil mecanismo de la intuición. Estas ideas nuevas son realidades procedentes del mundo cósmico, fuentes de energía creadora, potenciales de acción que se materializarán gracias a la voluntad.
Una vez puesta en marcha la máquina, engendra sutilmente una irresistible necesidad de infinito, de fusión. Sea cual fuere su religión, el hombre encuentra entonces la fe, una fe humana por la que accede a una comunión total con todos los pueblos de la Tierra y, sobretodo, con el pueblo del cielo, formado por todos los que nos han precedido y que intentan acudir en nuestra ayuda cuando desplegamos las antenas y abrimos los ojos, los oídos y el corazón."
( " Médicos del cielo, médicos de la tierra " - Maguy Lebrun )
Puede suceder que en el transcurso de esta vida el hombre- ya sea albañil o capataz, universitario o analfabeto- se sienta inútil, débil o vacío. Un destello de luz o un eco venido de lejos remueve su conciencia dormida. Toma conciencia de las fuerzas que, a su alrededor, le hacen tambalear y le penetran. Por no decir nada de la angustia o el miedo a la muerte. A menudo, un sentimiento irracional le conduce hacia lo invisible, lo sobrenatural, y se aferra a ello.
Se ha puesto en movimiento el frágil mecanismo de la intuición. Estas ideas nuevas son realidades procedentes del mundo cósmico, fuentes de energía creadora, potenciales de acción que se materializarán gracias a la voluntad.
Una vez puesta en marcha la máquina, engendra sutilmente una irresistible necesidad de infinito, de fusión. Sea cual fuere su religión, el hombre encuentra entonces la fe, una fe humana por la que accede a una comunión total con todos los pueblos de la Tierra y, sobretodo, con el pueblo del cielo, formado por todos los que nos han precedido y que intentan acudir en nuestra ayuda cuando desplegamos las antenas y abrimos los ojos, los oídos y el corazón."
( " Médicos del cielo, médicos de la tierra " - Maguy Lebrun )
No hay comentarios:
Publicar un comentario