domingo, 26 de agosto de 2007

Regar las semillas

A veces nos preguntamos que nos falta para sentirnos más llenos. ¿Realmente es tan complicado o se trata tan sólo de autosincerarse y dejar de autojustificarse? Si nos detenemos un ratito y relajamos la mente respirando profunda y lentamente aparecerán las primeras señales de por donde comenzar. Justo en ese instante de honestidad y claridad con nosotros mismos nos daremos cuenta de lo que sobra y de lo que falta. En todo caso lo que falta siempre será el opuesto de lo que sobra. Es decir, donde está muy lleno, vaciar, y donde está muy vacío, llenar. Así si sabemos que somos impacientes, pues toca dejar de regar la semilla de la impaciencia y comenzar a regar un poquito la de la paciencia; si notamos nuestra intolerancia, comenzar a regar las semillas de la tolerancia y la comprensión; si es evidente que somos fríos en nuestras relaciones, pues comenzar a regar la semilla de la calidez de corazón. Dentro nuestro están todas las semillas y normalmente nos pasamos años y años regando unas y dejando las otras sin agua; así, creamos los hábitos en nuestra vida y nos convertimos en esclavos de esos hábitos. Ser dueños de nuestro destino comienza por darnos cuentos de que somos esclavos.
Un pequeño apunte que conoce muy bien quién tiene plantas: regar mucho las plantas las pudre, así que es recomendable no tener prisas por verla crecer y prestar atención a la dosis de agua que necesita cada semilla y brote, pues dependerá mucho del clima y la tierra de nuestra personalidad.

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