Muchos somos los que hemos estado anhelando encontrar un maestro o guru que nos diga quienes somos y para que estamos aquí. Esa búsqueda de un Guru nos ha llevado a mirar siempre mucho más allá de lo cotidiano, llegando a sentir con fuerza que nuestra "iluminación" llegaría únicamente a través de esa vía y que además lo haría de forma rápida, como una explosión de Luz que nos ahorraría todas las confusiones y crisis de identidad que pasamos en la "vida normal".
¿Que ocurre si nos damos cuenta de que no hay Gurus que buscar ni doctrinas que seguir?Que nos quedamos vacíos en nuestra visión más filosófico-espiritual, y más vacíos aún si ya nos encontramos inmersos en una serie de creencias desde hace tiempo. Ese vacío es duro, difícil de aceptar, de soportar, pero es muy necesario para darnos cuenta de que no hay que buscar con desesperación que alguien nos dé la verdad, que la verdad ya está en nuestro corazón, y siempre ha estado ahí. Lo único que hace falta es RECORDAR y para llegar a esa memoria ancestral no estamos solos, alrededor nuestro, en todo momento, hay miles de "pequeños maestros" que se limitan simplemente a despertar en nosotros esa sabiduría innata que todos tenemos. Esos amorosos maestritos son todos los sucesos, personas, animales, plantas, libros, películas,lugares,...que se cruzan a cada instante por delante nuestro. Si sabemos mirarlos y escucharlos con el corazón, sintiendolos y no pensandolos, entonces estaremos tocando el sentido de la vida, el sentido de las pequeñas cosas, el sentido de todo lo creado que no es otro que crecer, evolucionar con el compartir y la interrelación con todo y con todos.
viernes, 5 de octubre de 2007
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